jueves, 11 de enero de 2018

El blog de Rafael: Tres historias sobre la hiperinflación

El blog de Rafael: Tres historias sobre la hiperinflación

Tres historias sobre la hiperinflación

I

- ¿Trajiste el comprobante?

- Sí, te lo mandé por whatsapp.

- Ok, hay que ir a buscarlo allá abajo en la parcela para envolverlo.

(…)

-Tápalo con esta tela y mételo en la bolsa y te vas derechito.

- Menos mal que no te estoy comprando droga porque sería más fácil.

- Yo creo que en esta época esto está más difícil que la droga.

No, no andaba buscando narcóticos para el 24 de diciembre, estaba buscando pernil. Mi familia materna es de Guárico y todas las navidades las pasamos en la casa de la abuela. En San Juan de los Morros básicamente es the CLAP way or the highway (hyperlink), allí fue donde tuve mi encuentro cercano con “la bolsa” (tiene identidad propia) y el año pasado con un pernil brasilero. Este año Trump le dijo a los portugueses que no le vendieran pernil a Maduro y por eso no nos mandó (cara’e tabla) entonces fuimos a comprar uno en el marcado municipal, pero no conseguimos.

En la carnicería nos dijeron que estaba difícil conseguir porque en Caracas pagaban mucho más por el kg y que las cavas se lo llevaban para allá. Uno de los carniceros nos habló de un tipo en la salida del pueblo hacia los llanos que tenía un puesto de verduras pero que también “conseguía cochino”. Para ubicar al sujeto nos dijeron que preguntásemos por chepito. Nos fuimos. Ubicamos al sujeto y ahí mismo nos dijo “es a 200 el kilo, la carne es buena, son cochinos de la finca mía aquí atrás” “- cómo te pagamos?” “- me hacen una transferencia, me mandan el comprobante y lo vienen a buscar”. Tuvimos que regresar a la casa para hacer el pago. De regreso hicimos cola en una alcabala de la guardia que estaba parando muchos carros. Después de entregarnos la mercancía chepito nos advirtió: “tienen que andar mosca, como saben que por aquí la gente vende cochino se ponen (los guardias) a pedir factura y te quedas sin pernil”. Pasamos la alcabala y pudimos “coronar” nuestro pernil en la mesa.

Feliz Navidad.

II



Se supone que saldríamos temprano del cine pero la luz se fue por media hora en medio de la función. Ben Solo estaba a punto de dispararle a los motores del crucero donde estaba Leia cuando se escuchó el típico “uuuu” y la voz de un tipo gordo se escuchó diciendo - ¡vergasión me tenéis que estar jodiendo! Se fue la luz. La empleada del cine apareció con una lámpara (lightsaber) y nos recomendó que esperásemos a que volviese, que por esos días era algo muy frecuente en Maracaibo y que el aire acondicionado de la sala se mantenía frío por media hora. Después de comer cotufas en tinieblas por 35 min y acabar con los Jedi terminamos de ver la película salimos.

Cada año voy a Maracaibo a pasar las navidades con mi familia y recordar lo que se siente el calor de verdad para después no estar quejándome en Caracas. Esta vez Corpoelec se encargó de recordarme cómo es mi cuarto de la infancia a 36 grados de temperatura y lo hermoso de recibir la navidad en tinieblas, como lo hizo María en Belén.

 Yo ya no vivo aquí y por eso no tengo la costumbre de cargar con mucho efectivo, pero en Maracaibo eso se paga caro.

Saqué mi celular para llamar un taxi por Nekso pero me decía que no había carros disponibles en el área, cosa curiosa pues estaba parada frente a una línea que movía como 20 por minuto (JAJA). A las 21:00 hrs todavía había mucha gente en el centro comercial, sobre todo empleados saliendo de sus trabajos. Nos metimos en una cola para los taxis y no teníamos dos minutos cuando advertimos que todo el mundo llevaba una paca billetes en la mano “- Anda a preguntar si es solo efectivo” “-Si aceptan transferencia pero que la gente que tiene efectivo lleva prioridad” dijo mi amiga. Ninguna de las dos teníamos, ambas migramos hace un par de años, yo para Caracas y ella para República Dominicana así que básicamente estábamos jodidas.

En eso venían pasando dos chamas más estaban en la misma que nosotros y Valentina les preguntó que para donde iban, era una zona en nuestra ruta así que volvimos a hablar con el wookie que coordina los taxis para re-ofertar el pago en transferencia para las dos carreras. El wookie hizo el equivalente a “ggrrrwwwwtthhh” y un Han Solo maracucho (not really like Han Solo) nos llevó en una chatarra parecida al Millenial Falcon (much more like this Ford Falcon de 1970). Ya en el carro estábamos tratando de abrir la aplicación del banco cuando nos dimos cuenta de que no teníamos datos móviles porque en Maracaibo cuando se va la luz, también se va la señal en la zona. Entonces Valentina llamó a su mamá para que nos hiciera el favor pero en su casa tampoco había luz. La cosa se empezaba a complicar. Entonces fue cuando Valentina le dijo al chofer “chamo yo tengo un billete de dos dólares aquí ¿y si me lo aceptas como pago?” El tipo primero se negó: que quién le iba a cambiar eso a él, que como sabía que no era falso, etc. Entonces le ofrecimos empeñárselo, que lo tomase como garantía y que si decidía no consérvalo nosotras le dábamos el efectivo mañana (sabrá Dios de dónde lo íbamos a sacar). El hombre aceptó, quedó en avisarnos si iba a querer el efectivo para ir a buscarlo. Todavía no ha llamado, supongo que fue un regalo de navidad.

III

“Se acepta bono niño Jesús”

En San Felipe (Yaracuy), donde vive mi tía con quien nos reunimos para cada fin de año, mi gran diversión es salir a comprar cosas dar vueltas por la ciudad porque ahí no hay tráfico y muy pocas motos. Yo salí con mis primos a comprar unas chucherías y en una de estas farmacias grandes estaba este cartel. Resulta ser que después de las pasadas elecciones a la gente le dieron una tiquera con 10 tickets valuados en 50 mil bolívares como premio por haber “votado bien”. Les dieron su “niño jesús”. Los papeles se usan como efectivo y los aceptan en todas partes “- Yo he visto gente comprando curda con eso” dijo mi primo. Solo se pueden depositar en el Banco de Venezuela, pero como a nadie le interesa eso circulan como billetes.

La otra gran diversión en San Felipe es ir a comer hamburguesas, pizzas o perros calientes. Fuimos al lugar que me gusta visitar, una venta en la calle del hambre con mobiliario de plástico de jardín, y en la pared estaban listados los precios del menú en dos monedas: efectivo y “punto” (dinero electrónico). El tipo de cambio era de ¾ pero me dijeron que en el mercado financiero (los buhoneros “del Centro”) la tasa rondaba los 2/4. Las razones del diferencial son evidentes, en realidad, solo me sorprendió que no hubiese equilibrio entre el mercado financiero y el mercado de bienes.


Felijaño.   



Este post fue elaborado por Alfoncina Sánchez y Rafael Labrador