domingo, 27 de febrero de 2011

Yo Punto Com

Recuerdo bien el alboroto que se armó cuando apareció en el mundo de las computadoras un programa llamado Photoshop Editor que permitía a sus usuarios cambiar a placer la imagen reflejada en una foto digital. A partir de ese momento, una sombra de incredulidad caería bajo cada foto de lugar paradisíaco o mujer soñada ya que el público sabía de la posibilidad real de que detrás de ese mar cristalino o esas indescriptibles curvas se escondiese algún parapeto tecnológico. Hoy en día Photoshop 1.0 ha quedado en el pasado y se ha integrado a ese mundo al que nos abrió las puertas, ese mundo difuso como un cuento de Borges o de Cortázar donde lo único cierto es, que no se sabe donde comienza la fantasía y donde acaba la realidad.

No es complejo pero si extenso explicar como el Photoshop, Internet, los chinos y una serie de cambios nos condujeron a lo que hoy llamamos, la Red Social ; ese es un esfuerzo que no voy a realizar pero si desviaré mi atención hacia el fenómeno en sí, es decir, hacia las redes sociales. Bienvenido pues a ese mundo cuasi cibernético solo concebible en la imaginación por hombres como Borges, Hemingway, Julio Verne, Walt Disney y quizá algún otro soñador que haya sido capaz de crear un estado donde las ficciones cobran carácter de realidad, donde las realidades pueden o no ser reales y donde cada quien es dueño de su espacio, intangible, maleable e incuestionablemente único. Este limbo suele cobrar distintos nombres en la vida de cada individuo pero por lo generar suele llamarse Facebook, Twitter, Blogger, My Space, Friendster y amalgamados en la internet son el pan nuestro de cada día del 23% de la población mundial, es decir cerca de 130800000 millones de personas. Bastante ¿no? Este fenómeno masivo ha permitido que a través de las herramientas que la tecnología ofrece los usuarios puedan crear una versión de si mismos adecuada a sus deseos y aspiraciones, permitiéndoles exaltar el ego al siguiente nivel de energía en una suerte de Vudú donde hacemos con los muñequitos lo que nos da la gana. Aquí cobra fuerza la idea de Borges de que mis mentiras son mías y las cuento como yo quiera, pero el detalle está en que dentro de la red esas mentiras te permiten acceder a una realidad difusa y empírica como lo son la popularidad y la fama.

Andy Warhol dijo alguna vez que "En el futuro, todos tendremos 15 minutos de fama" A mi parecer, el padre del pop art se quedó corto ya que ignoraba la capacidad que tendría la herramienta que Mark Zuckerberg crearía 38 años después. Facebook fue el primero en masificar el entorno red social en el mundo entero, desarrollando una plataforma completa, gratuita y sencilla para todo el que tuviese acceso a internet. Facebook, le permite al hombre exaltar ese lado exhibicionista o antropocéntrica donde el yo es el centro del universo y por lo tanto, yo debe estar cercano a la perfección y a demás ser conocido por todos. La explicación de este fenómeno puede tener varias razones; los más optimistas argumentan que el mundo en que vivimos ahora es un lugar mucho más peligroso, congestionado y físicamente limitado que el que había 20 años atrás, de modo que las personas ante la imposibilidad de o las dificultades que implica el encontrarse físicamente recurren a la comodidad y funcionalidad que les ofrece la tecnología. Por otro lado, están quienes son un poco más radicales a la hora de explicar el por qué de este fenómeno, y entre ellos me incluyo, que afirman que la meticulosidad que caracteriza el uso de las redes sociales viene dado por la teoría psiquoanalista de Freud que indica que todas las acciones humanas en algún punto están motivadas por la búsqueda de placer o el sexo; y lo digo por lo siguiente. Todos los usuarios de las redes sociales, en mayor o menor medida, procurar mostrar una imagen que sea sustanciancialmente atractiva para el resto de los usuarios y su entorno; aquí es donde entra la capacidad de moldear nuestra imagen a lo que queremos y así satisfacer el deseo de mostrar la mejor faceta de si mismo por falsa o quimérica que esta sea. Si lo piensas bien, el hecho de que en el formulario de información personal se incluyan las preguntas: orientación sexual, intereses y estado sentimental es un claro indicio que detrás de todo eso lo que hay es una búsqueda (consciente o inconsciente) de alguien capaz de otorgar placer, sea cual sea el grado o expresión de placer que se esté buscando, todo usuario alberga la posibilidad de que en medio de la tumultuaria de amigos o followes que posee exista alguno capaz de hacerlo sentir bien, sea a través de una charla, un beso, una salida o un orgasmo. De aquí la necesidad de saber mercadearse bien dentro de la red, ya que como en todos los mercados de libre competencia, para poder hacerse de una venta hay que ofrecer un buen producto. En el caso de las redes sociales el producto eres tú, son tus fotos, tus estados, tus comentarios y la ganancia puede ser un desde un retweet, un like o un comentario hasta un e-mail, una foto y en el mejor y paradójicamente menos deseado de los casos, una relación real.

Yo lo veo así, las redes sociales terminan por ser una suerte de Bolsa de Valores donde cada quien se introduce al mercado buscando aumentar sus ganancias, expresarse con la soltura que se le es imposible estando cara a cara con alguien, buscando la atención que no recibe cotidianamente, encontrar una mina para aumentar su estima o su vanidad o sencillamente vivir la experiencia de un mundo nuevo que solo puede existir gracias a la tecnología. En esta versión de Wall Street las acciones se cotizan en amigos y followers y la importancia se gana según tu capacidad de atraer al entorno o de volverte el entorno mismo; todo depende de quienes te rodees, de allí aquello de “dime de que cacareas y te diré de qué careces” En definitivas cuentas, cada quien tiene la potestad de decidir que hacer con las posibilidades que esta nueva ventana ofrece, pero indiferentemente del camino que tomes, al final del túnel siempre habrá el mismo ser confinado y solitario, ese seré Yo y punto.com.

Hace mucho tiempo que no escribo nada sobre mi o sobre mis pensamientos, supongo que viene dado por mi obstinada fijación en hacer de todo algo productivo y de no callar una sola palabra que considere valiosa, porque he llegado a pensar, que callarme un pensamiento brillante es como opacar la luz de una esfera, despojándola de ese brillo que mis palabras pueden darle. Es un acto vehemente de egocentrismo, si, pero a fin de cuentas mi vida, y sobre todo mi mente, es mía y yo la vivo y la pienso como a mi me de la gana.

Me he negado, y me seguiré negando, a escribir sobre mis intimidades y mis sentimientos porque mi privacidad no es un producto en mi anaquel, de mi boca y mi teclado podrán salir mil ideas, pensamientos, besos, regaños, caricias y entelequias pero definitivamente nunca prestaré mi vida para darle de comer a esos devoradores de identidad que pasan sentados las horas frente a un computador.

Yo mismo me he dado a la tarea de crear mi propia “Línea editorial” dentro de un espacio que es mío y que en efecto, solo yo puedo restringirme. Así pues, como dije antes, he restringido mi blog para hablar con caracteres a través de tus labios sobre esas inquietudes mías que con demagogia he hecho tuyas y te enseñado a aprender de ti mismo. Esto seguramente algo tiene que ver con el que mi papá sea profesor y que esté empecinado con siempre dar una clase; o tal vez porque me he dado cuenta que en la vida solo cuando se ha perdido tiempo, ya no hay más tiempo que perder.

Mostrarme aquí, en un mapa de bits con caracteres digitales que mucho distan de la realidad es eso, una obra de teatro escrita por mí, sobre mí, actuada por mí pero que dista de ser mi imagen, porque para conocerme no basta leer mis líneas, no basta recordar mi nombre; para conocerme tienes que hacerlo, tienes que respirar mi aire, tienes que escuchar mi voz, tienes que vibrar con mi voz que te habla y que te dice, que aunque no te importe, este soy yo y así vivo y escribo, así. Yo y punto.com