Nunca ha sido santo de mi devoción, pero la condena a la
cual fue sentenciado Leopoldo López es simplemente un exabrupto. No puedo
sentir otra cosa más que vergüenza, por la forma tan primitiva y visceral con
la que el Estado venezolano toma sus
decisiones, recordando muy bien la forma en que se deciden los asuntos en una
tribu o en una banda de malandros.
No puede ser una sorpresa para nadie que el resultado del
juicio de López haya sido la condena a prisión. Desde el momento en que el
dirigente político se entregó a las autoridades, el discurso de El Poder (porque es uno solo) ha sido
claro en que se encargaría de llevar a López a la cárcel aplicándole con saña “todo
el peso de la ley”; siendo la venganza, la única ley que conocen.
La desaparición de hecho de la independencia de los poderes
democráticos y el mandato de la Revolución Bolivariana tienen prácticamente la
misma edad, puesto que desde sus inicios como mandatario, el difunto Presidente
Chávez se encargó de usar su popularidad para usurpar todo el balance de poder,
el cual busca procurar el equilibrio y la justicia, para concentrar todo en un
monolítico e indetenible puño rojo que es el que ayer castigó con toda su
fuerza (haciéndose pasar por la mano de la justicia) a un adversario político,
y no a un criminal.
A mi juicio, desde que inició “La Salida” López actuó de forma deliberada para acabar en prisión.
La cárcel sería su mecanismo de mitificación como líder y mártir,
catapultándolo a ser el centro de atención política de Venezuela, y por
supuesto, convirtiéndolo en el líder indiscutible de la alternativa electoral al chavismo1.
En efecto, las encuestas muestran que su misión fue
cumplida. Actualmente, López desplaza a Henrique Capriles como máximo referente
de la oposición, y no solo eso, la bajísima popularidad de Nicolás Maduro lo
convierten en el líder político más apoyado de todo el país. Sin duda alguna,
para cualquier carrera presidencialista, este debe ser un objetivo deseado.
La historia venezolana se ha encargado de consagrar como
elegidos a aquellos personajes que se han enfrentado en condición de minusvalía
a un tirano. Y es que la épica de la
Independencia que se enseña a los niños desde pequeños es exactamente eso: héroes de la Patria fueron aquellos que se
enfrentaron al poderoso imperio español en condiciones de inferioridad, para
lograr algo tan noble como la independencia, pagando un precio muy alto de
forma desinteresada.
Esa receta para mitificarse ha sido utilizada innumerables
veces en Venezuela para crear héroes y líderes políticos. La historia se
encargó de sustituir el campo de batalla de la Guerra de Independencia, por la
cárcel en la lucha por la Democracia; pero el principio sigue siendo el mismo.
Pienso que aún en su consciencia, (y no con esto quiero
decir que no haya ninguna no haya ninguna nobleza en sus acciones) Leopoldo
López midió mal la situación cuando decidió entregarse al Estado, secuestrado
por sus adversarios políticos. Y es que ni siquiera puede hablarse de
adversarios, pues la adversidad no implica la ofensa, tendríamos que hablar de
sus sicarios políticos, pues estos
sin escrúpulo alguno están decididos a usar cualquier medio para mantenerse en
el poder, por encima de cualquier cosa.
Lo visto en estos últimos meses de enjuiciamiento de López
no es más que otra burla de la cúpula de la Revolución Bolivariana hacia la
insepulta democracia venezolana. Moribunda desde hace décadas, y quizás solo
viva en las urnas (no de entierro, si no de votación), el método de solución de
conflictos que plantea la democracia y la constitución no es más que un freno
moral para el gobierno, en sus ansias de controlar absolutamente todo. Y digo
que solo un freno moral, pues traspasarlo implicaría para ellos dejar de ser
una dictadura de hecho, para volverse una dictadura de derecho.
A pesar de todo, la solución de Venezuela sigue estando en
la Democracia; es imposible pensar en una solución democrática que no salga de
ella misma. La única forma de recuperar los poderes, es haciendo ejercicio de
ellos, de allí la importancia del voto y en consecuencia, de la oportunidad que
tienen los venezolanos de fortalecer su sistema 6 de diciembre en con las
elecciones parlamentarias.
Cuando la ley se trasgrede y se pisotea, esta pierde valor.
Al perder valor, con ella puede hacerse lo que se desee, incluyendo el abuso y
la injusticia. Las leyes emanan del pueblo, representado en la Asamblea a
través del voto. Venezuela necesita recuperar sus leyes para recuperar la
justicia, entonces, a los venezolanos democráticos no les queda más que votar.
1 Y me refiero a así a la “Oposición” pues
considero que esta no ofrece una
alternativa en términos de proyecto político que sea visible a la nación, sino
que actúa como medio para “castigar” la mala gestión del chavismo.
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