domingo, 16 de febrero de 2014

Aproximación teórica al conflicto venezolano: un enfoque económico.


El trabajo que se presenta a continuación no supone explicar exactamente el conflicto que atraviesa Venezuela ni mucho menos vaticinar el porvenir, es simplemente un ejercicio mental que a mi juicio puede resultar interesante.

Teorización Económica del Conflicto Venezolano

Voy a comenzar por asumir que la confrontación que se presenta hoy en Venezuela entre  los estudiantes que protestan legítima y pacíficamente contra la injusticia,  y el gobierno que nos oprime y amedrenta brutalmente es comparable y teorizable a través de una figura económica: el productor monopolista, o el monopolio bilateral.

Económicamente hablando, un monopolio productivo es una situación de mercado – entiéndase por mercado el espacio teórico donde se encuentran oferentes y demandantes – donde solo existe una unidad de producción – o empresa – que ofrece un determinado bien que no tiene sustitutivos cercanos (Krugman, Wells, 2007). Los monopolios surgen fundamentalmente por dos razones: las barreras a la entrada/salida de la industria. A su vez, estas barreras pueden ser de dos naturalezas: de naturaleza económica (economías de escala, rent-seeking behavior) o de naturaleza legal, típicamente regulaciones especiales que crean esa condición de mercado (concesiones, permisos especiales, ley de hidrocarburos etc…).

 Voy a asumir que los estudiantes que estamos hoy en las calles de toda la Nación tratando de imponer nuestros cuerpos y voces contra el mal gobierno, la represión y la usurpación del estado de derecho conformamos una situación de monopolio de acción social por cuánto hoy representamos el factor de la población descontenta e inconforme que se manifiesta con más fuerza y se enfrenta pacífica pero directamente a los organismos de represión e intimidación gubernamentales y para-gubernamentales. El factor de explotación exclusiva que nos confiere esta cualidad monopolística hoy es: la ausencia de miedo. No tenemos miedo a seguir peleando por nuestros derechos y el de nuestros compañeros porque el costo de oportunidad que nos supone abandonarlos ahora es el goce de la libertad y las oportunidades que ella significa de aquí hasta el día de nuestra muerte; es decir, se nos hace demasiado caro dejar que nos arranquen el país hoy pues no queremos vivir en un futuro oprimido e ideologizado. Desgraciadamente también afrontamos unas inmensas barreras a la salida de nuestra lucha. Las pérdidas lamentables de nuestros compañeros a manos del vandalismo y la anarquía, además de la detención injusta de otros estudiantes que están siendo torturados y tratados como delincuentes, son un peso moral demasiado grande como para permitirnos dormir en paz sabiendo la suerte que ellos corrieron, o mejor dicho, el despotismo les hizo correr. Pero del mismo modo estos hechos lamentables que nos mantienen en lucha son los mismos que dificultan que otros se unan a nuestra movilización. El miedo que muchos sentimos de salir a la calle a manifestarnos son barreras a la entrada que intentan aislarnos en nuestra causa. Esa es la estrategia del Gobierno, la intimidación, el escarnio y la persecución como mecanismos para evitar que el resto de la sociedad civil que también está inconforme con el tren de vida que se le ha impuesto se vuelque a las calles a exigir que se respeten sus derechos. Del otro lado se encuentra el gobierno, que por razones evidentes e incluso consagradas en la constitución dispone del monopolio formal del uso de la fuerza y de las armas regulares (policías y fuerza armada), y si consideramos al chavismo como un polo unitario es necesario adherir los colectivos y bandas de choque al servicio de la revolución que actúan en función del mismo fin avieso: la represión e intimidación del pueblo descontento en manifiesto. 

El Conflicto

Una vez definidos ambos elementos como monopolios, supongamos un mercado donde los estudiantes demandan justicia de forma unilateral y el gobierno la oferta pero a un precio “r” expresado en términos represión. Esto es, el gobierno otorga justicia “qo” en términos de estudiantes liberados que los manifestantes deben pagar a un precio “ro” definido en unidades de represión (r). Dada la convicción y el compromiso de los estudiantes asumiremos que su función de demanda es infinitamente inelástica. Del lado de los costos solo consideraremos los relativos al oferente (chavismo) y tomaremos como único costo la desaprobación y rechazo a la gestión de gobierno por parte del chavismo al uso abusivo de la fuerza, el cual denotaremos (w). Esta presunción está montada sobre el hecho de que existe una cantidad importante de ciudadanos en principio afectos al oficialismo pero que se encuentran descontentos por las repercusiones de la crisis económica y que perciben como un mal - en el sentido económico2 – al uso desmedido de la fuerza para acallar manifestaciones, pues a pesar de su parecer político mantienen valores morales, y el gobierno está consciente de ello. Hay también un supuesto intrínseco asociado a la oferta de liberación de estudiantes y es que estamos asumiendo que la represión entra dentro de la función de utilidad del gobierno. Esto tiene su sostén en que reprimiendo se crean más barreras a la entrada para que menos personas de la sociedad civil se sumen a las manifestaciones, lo cual se traduce como un aplacamiento de la inestabilidad que la protesta significa para el gobierno reportándole así utilidad. Pero por otro lado, esta represión (r) también depende de (w) por el rechazo que esta genera en sectores no despreciables de la parcialidad chavista antes comentada. De otra cuenta, también estamos suponiendo que el fin único de las protestas es la libertad de los jóvenes detenidos y además de la ausencia de externalidades en las funciones de utilidad de ambos agentes. De esta forma, la función de beneficio del gobierno vendría dada por la expresión:

Π = R(r) – w(r)*q

Siendo w el costo por estudiante liberado, R(r) el ingreso percibido por cada unidad de represión suministrada; w(r) el costo político por reprimir; y q los estudiantes liberados

Si los manifestantes emplean su poder de monopolio para elegir el número de estudiantes a ser liberados, digamos q0 = q (es decir, la totalidad de los estudiantes recluidos), el gobierno a partir de su función de demanda de paralización de protestas determinará el grado de represión (r) que empleará puesto que, no puede fijar ambos parámetros (represión y cantidad de puestos en libertad) al mismo tiempo – otro supuesto adicional - . Si el gobierno asume este parámetro q como dado, reprimirá las manifestaciones hasta que dπ/dr = 0, esto es, hasta que el beneficio por reprimir manifestaciones se anule:

dπ/dr = R’(r) – w’(r)*q = 0

R’(r) = w’(r)*q

Es decir, el gobierno va a reprimir hasta que el efecto coercitivo por unidad adicional de represión sea igual al costo político de reprimir una protesta más por todas las anteriormente oprimidas para cada estudiante liberado. Este punto se halla donde la pendiente de la iso-beneficio del gobierno se anula.

Siendo el parámetro “q0” igual a la totalidad de los estudiantes detenidos, esto es, la oferta completa del mercado, y la condición necesaria de maximización de beneficio gubernamental dπ/dr = 0, el gobierno atacará las protestas hasta un punto tal que la represión de una protesta más signifique su función de beneficios se vuelva negativa, es decir, que la opinión adversa del chavista inconforme pese más que la “rendición” de los manifestantes. Aun cuando el precio (r) para ese nivel es el más alto posible (ver gráfico 1.1.), no tiene por qué serlo tanto si asumimos que el costo por reprimir (w) exhibe rendimientos crecientes a escala mientras que el acto coercitivo se desarrolla de forma decreciente a escala. Este supuesto no debe resultar exagerado sabiendo que hay un efecto acumulativo de los abusos previos sobre cada enfrentamiento adicional y que, por el lado de la efectividad de la represión, como habíamos comentado al principio a pesar de las barreras a la entrada el “monopolio” de la lucha contra la opresión se nutre constantemente de nuevos elementos de la sociedad lo cual eleva su capacidad de resistencia y disminuye la efectividad del gobierno. Aunado a esto, cabe mencionarse que en la medida en que pasa el tiempo los manifestantes se organizan y se adaptan a las maniobras represivas, haciendo que la función de disminución de protestas también dependa del tiempo, en correlación negativa [dm = f(r;t) y dm’(t) < 0] (ver gráfico 2.1) pero nunca igual a cero, debido a que suponemos que las contenciones a la protesta siempre tendrán un efecto positivo (en el sentido de su aplacamiento).

 

Gráfico 1.1

Gráfico 2.1

Lo que se viene

Nótese que la curva de oferta de represión tiene forma convexa y pendiente crecientemente positiva. Esta cualidad viene dada por los ya comentados rendimientos marginales decrecientes de la función de represión y los costos crecientes a escala [w’’(r) > 0]. Dada esta cualidad, es de esperarse que para los próximos días, de continuarse las protestas la represión sobre ellas sea cada vez mayor y que la tasa de reintegro para los estudiantes en términos de compañeros liberados menor, esto es: [(dq/dr)’ < 0] (Ver gráfico 1.2); políticamente este fenómeno es sustentable en el hecho de que librar detenidos significa para el Gobierno perder cuotas de poder en cuánto se separa de sus elementos de coacción, esto es, ceder a las demandas estudiantiles es interpretado por los funcionarios como “dejarse doblegar por su adversario político”. Es notable, que tanto en esta teorización económica como en el análisis político la conducta del chavismo resulta sencillamente infame. De manera tal que el accionar del Movimiento Estudiantil debería de estar orientado a prolongar en el tiempo la protesta – aún en sacrificio de su intensidad (suponiendo que existe un trade-off entre ambas – para así tomar ventaja de los rendimientos decrecientes del efecto represivo con respecto al tiempo. También pudimos ver que para que este fenómeno se diera era necesario que el grupo de manifestantes se nutriese constantemente de más sectores de la sociedad, así como su nivel de organización se incremente para contrarrestar la recarga ofensiva de la represión que se viene en los próximos días. El día 15/02 un grupo de supuestos infiltrados causaron destrozos en la vigilia de los estudiantes en Altamira, lo cual es altamente negativo para la imagen y subsecuente efectividad de las acciones de calle; este tipo de inconvenientes se subsanan a través de la organización y coordinación política de la cual necesita un movimiento para ser viable, es aquí donde deben jugar su papel los políticos, principalmente aquellos que propiciaron que estas circunstancias se dieran, para que los esfuerzos no se pierdan a manos del desorden. 


Gráfico 1.2

Reflexión final

Toda esta teorización económica del conflicto que se presenta en nuestro país no apunta a hacer una descripción exacta – y ni siquiera totalmente válida – de lo que sucede y mucho menos una predicción de lo que puede suceder. Más bien, este trabajo conforma un ejercicio mental para refrescar conocimientos en medio de tanta tensión, la cual resulta adversa para el estudio corriente. En últimas instancias, el llamado al movimiento estudiantil y a la sociedad civil es a mantenerse firme en la lucha por las reivindicaciones y la justicia que ha sido progresivamente secuestrada por el Gobierno de Nicolás Maduro, que ha resultado ser de una naturaleza más violatoria que la de Chávez – aun cuando muchos pensaban que no podía ser peor – incurriendo en prácticas que se creían extintas en el país como las desapariciones, los bloqueos informativos y el psicoterror. La hora de Venezuela parece obscurecerse cada vez más, pero la sabiduría popular enuncia – y no sin razón – que cuando la noche es más negra es porque está más cerca la mañana.



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